En este artículo queremos exponer una reflexión sincera que nos hacemos desde Grupo Vento, desde el punto de vista empresarial, sobre la mejor “medicina” para paliar las consecuencias de esta nueva situación originada por la pandemia del covid-19.
En ciertos momentos, no podemos evitar preguntarnos, y sabemos que no somos los únicos, por qué le cuesta tanto comprender a la sociedad en general y a la clase política en particular que la riqueza de nuestro país se genera a través de sus empresas. Que la punta de lanza para su desarrollo debería ser nuestro tejido industrial, el cual es capaz de generar bienestar social partiendo de la nada; únicamente de ideas que se traducen en proyectos de desarrollo, utilizando para ello materiales y personal cualificado.
La realización de cualquier proyecto industrial supone unos ingresos directos para la Administración del Estado (general y autonómica) del 48 % de su inversión (I.S. + IVA + IRPF + S.S. + otros). Se genera además una actividad persistente en el tiempo, capaz de seguir generando beneficios tanto sociales como económicos. En definitiva, es el Estado el principal beneficiario de cualquier proyecto industrial. En cierto modo, el Estado es el “socio mayoritario”, recibiendo aproximadamente la mitad de la inversión y por supuesto, seguirá recibiendo rentas adicionales una vez implantado.
Desde Grupo Vento abogamos, y deseamos que haya una mayor conciencia socio-política, por seleccionar los proyectos industriales más ventajosos: que generen puestos de trabajo estables y bien remunerados, que sean respetuosos con el medioambiente, que sean exportables y que estén englobados dentro del concepto de economía circular. Ésta es nuestra propuesta, que podéis ver desarrollada en nuestro reciente artículo sobre la Economía Circular.